En la actualidad existen múltiples iniciativas que surgen de la mano de Internet y de sus innumerables posibilidades; una de las más polémicas de hecho, es el tremendo afán que invade a las grandes empresas por pretender ser las principales protagonistas o creadoras de la denominada biblioteca infinita. Dicho afán no surge en vano, pues estamos hablando de dar a luz al auténtico tráfico de libros electrónicos o e-books, el cual aparte de dinamizar la cultura y difundir todo tipo de información (cuestión que cada vez parece menos importante y crucial en estos propósitos…), tiende a generar potentísimas cantidades de dinero.
Google es una de las empresas más interesada en abarcar terreno en este asunto, pues ya ha contactado con importantes bibliotecas anglosajonas que se prestan a conceder cierta parte de sus fondos para que sean digitalizados y difundidos por el espacio virtual. La contrariedad surge cuando aparecen manifiestos de que Google está acaparando fondos privatizados que, o bien, no autorizan su digitalización, o no están de acuerdo en prestar colecciones completas para su beneplácito. Este suceso, efectivamente, se trata de un incumplimiento desleal ante la ley, que dicho responsable está intentando solventar donando disparatadas cantidades de dólares a los supuestos afectados. Ante esto, podemos apreciar que tal acontecimiento sólo ha supuesto una gran suma de dinero y, en definitiva, una ridiculez insustancial para una casa mundial y multimillonaria como se trata de Google. En conclusión y por tanto, creo que deberíamos detenernos más en observar detrás de aquel “telón cultural”, del “ingenioso soporte de difusión” y de la más que valorada “era digital”, ya que es aquí donde anidan una serie de incertidumbres ostentosas, que sólo llegan a nuestro alcance a través de escasos artículos o noticias que delatan una cruda y parcial realidad repleta de fraudes que sufragan principalmente intereses económicos y comerciales, y que están dispuestos a supeditar al usuario a sus frondosas necesidades sin mayores remordimientos. Es por eso, precisamente, que hemos de navegar con extrema cautela y analizando de forma exhaustiva e íntegra, todo aquello que nos brindan de forma aparentemente desprendida y generosa.
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